miércoles, 1 de abril de 2009

DIEGO LEÓN, CARA ANCHA Y AZNALCÁZAR

El jueves día 26 fui a Aznalcázar donde a las 8 de la noche se presentó un libro del amigo de muchos Diego Antonio León García, titulado El Torero “Cara Ancha” y Aznalcázar, que editaba el Ayuntamiento e imprimía la Diputación Provincial. Me impresionó el acto pues en el Salón de Usos Múltiples municipal habría trescientas personas; es, desde luego, el acto de presentación de un libro más concurrido que he asistido en el Aljarafe, se ve que Diego tiene muchos amigos y, claro está, que el tema agradaba al pueblo, aunque no sólo hubo aznalcaceños pues también acudieron al acto de otros pueblos, allí vi gente de Benacazón, Villamanrique y Salteras, por ejemplo, e, incluso, de Sevilla pues conocí al célebre Monchi, director deportivo del Sevilla F.C. íntimo amigo de Diego. Diego es uno de esos héroes culturales que escasean pero que cada pueblo, afortunadamente, tiene alguno, es un gran defensor de la historia y la cultura de su pueblo y lo demuestra en las asociaciones a las que pertenece, en las publicaciones en las que colabora y, ahí es nada, en los archivos y hemerotecas en las que busca incansable la huella del pasado. Diego pertenece al Grupo Ecologista Menoba, (ese nombre antiguo de un río tan aljarafeño como el Guadiamar), y también dirige y coordina, en colaboración con Pedro José García Parra, la revista de patrimonio cultural Cuadernos de Aznalcázar, sin duda, la más destacada del Aljarafe (o, probablemente, la única en su género) y de las más importantes de toda la provincia; además, Diego preside la Asociación Cultural de Amigos del Patrimonio de Aznalcázar y es miembro de una loable asociación: las ASCIL (Asociación sevillana de cronistas e investigadores locales) que realiza una encomiable labor de cohesión entre todos los investigadores de historia de la provincia de Sevilla. El acto de presentación del libro lo moderó el periodista taurino José Enrique Moreno, quien no pudo dejar de admirarse de la expectación que había levantado el libro tanta, dijo, como el mano a mano que se avecina de dos grandes diestros aljarafeños: Morante de la Puebla y el Cid de Salteras. Intervino la alcaldesa, la delegada de cultura, un diputado de la Diputación Provincial manriqueño y el presidente de la ASCIL, todos tuvieron emotivas palabras para Diego y elogiaron su labor y, por supuesto, el libro que presentaba en sociedad
Pero vamos a eso, al libro. Diego se ha atrevido, con valor taurino, con una biografía de uno de los muchos toreros aljarafeños que necesitaba un estudio serio como el de Diego. Y digo aljarafeño pues aunque Cara Ancha nació en Algeciras el 8 de mayo de 1848, decidió vivir, y morir, en Aznalcázar y eso es ser aljarafeño. El libro está prologado por otro torero: Eduardo Dávila Mihura. La obra no se estructura por capítulos, los epígrafes variados pueblan su cuerpo, desde los Orígenes de José Sánchez del Campo, que así se llamaba el famoso torero, (maestro de matar recibiendo) pasa por un recorrido por las distintas temporadas en las que brilló con luz propia por los ruedos españoles (1873-1894), su despedida en Sevilla en ese último año, así como la relación de Cara Ancha con los artistas: pintores, poetas, cupletistas, hasta llegar a la relación que el torero tuvo con el pueblo aljarafeño: su llegada a Aznalcázar, el perfil político, el nombramiento en 1900 de hijo adoptivo de la localidad, la rotulación de una calle en 1925, la cesión de un mausoleo en el cementerio local y la muerte del famoso torero ocurrida el 30 de marzo de 1925. Además, en los apéndices se reproduce una entrevista al diestro publicada en El Ruedo en 1917 y, por supuesto, un suculento apéndice fotográfico que nos muestra la fisonomía del matador, su familia y Aznalcázar en aquellos años. Cierra el libro un epílogo de Pedro José García Parra.

CARA ANCHA Y AZNALCÁZAR: Cara Ancha llega a Aznalcázar en 1895 con 47 años de edad y con la profesión de propietario agrícola, que ejerció sin duda. Tan sólo tres años más tarde solicitaba al Ayuntamiento colaboración para crear un cuartel de la Guardia Civil que, como sabemos, fue un cuerpo rural que vigiló el territorio con sus famosas visitas a los cortijos, es lógico que Cara Ancha, en representación de los propietarios aznalcaceños, fuese con la Corporación Municipal a visitar al principal propietario de esos pagos aljarafeños, la condesa de París en Villamanrique para que moviera los hilos ante la autoridad competente. Tan sólo veinte días se tardó en los trámites pertinentes para obtener el conforme del director general del cuerpo. Diego nos narra todas las realizaciones que el propietario Cara Ancha realizó en el pueblo: organización de la guardería rural, (otra institución de protección de la propiedad), compra de una bandera para el Ayuntamiento en los días solemnes, arreglo de los caminos rurales hasta entonces intransitables, reorganización del Pósito, adecentamiento del Ayuntamiento, contribución en la adquisición de un reloj municipal inaugurado el primer día de 1899 (con la consiguiente alegría del alcalde que, a la sazón, se convertiría en el administrador de las fincas de Cara Ancha); además, el famoso torero dirigía las novilladas que el Ayuntamiento organizaba con motivo de las fiestas del Corpus Christi, en las que destacó el torero local Pedro Pelayo Sánchez quien llegó a torear en Sevilla, Madrid y Barcelona. Es curioso, pero todas estas consecuciones de Cara Ancha fueron desde la óptica del Ancho del embudo: encaminadas a la mejora de la red de propietarios, que yo sepa no hizo ningún colegio.

Cara Ancha parece un alcalde o, más bien, mucho más que un alcalde, de ahí que casi todos sus biógrafos destaquen que fue alcalde de Aznalcázar, cosa que Diego León desmiente categóricamente gracias a su investigación en las actas capitulares aznalcaceñas. Parece lógico, no le hizo falta al célebre torero llevar el bastón de mando, lo tenía de una forma invisible: desde sus humildes raíces algecireñas había llegado a propietario. Y aquí entramos, entra el autor, en el perfil político del torero-propietario. Cara Ancha fue presidente del Comité Local del Partido Conservador desde su llegada al pueblo y durante más de veinte años (1895-1916), adscrito a la facción ybarrrista que lideraba Eduardo y Tomás Ybarra y Lasso de la Vega. Diego León nos da, muy inteligentemente, la clave de lo que fue el conservadurismo sevillano y aljarafeño que barrunta el caciquismo:
Políticamente los “YBARRA” ofrecerían al torero una serie de favores que le permitían seguir teniendo una posición dominante y al mantenimiento de sus propias microclientelas en el ámbito local, además de contar con la familia como cabeza clientelar a la que, por ejemplo, “dar las gracias por la gestión en un asunto concreto que le ha recomendado”. En cambio, Cara Ancha podía ofrecerles la creación y el mantenimiento de unas redes clientelares locales que consiguiesen integrar en el sistema de turno de partidos a amplios segmentos de las clases medias. Pero también conseguir domesticar y sofocar las tendencias de cambio que de vez en cuando pudiesen surgir con aspiraciones regeneracionistas. (pp. 155-56)
No hay la menor duda de las intenciones de nuestro insigne y genial Antonio Machado cuando en 1913 describía así a un genérico cacique, o señorito andaluz, absolutamente decadente y vacío:
Ese hombre del casino provinciano/ que vio a Carancha recibir un día,/ tiene mustia la tez, el pelo cano, / ojos velados por melancolía;/ bajo el bigote gris, labios de hastío,/ y una triste expresión, que no es tristeza,/ sino algo más y menos: el vacío/ del mundo en la oquedad de su cabeza….
La supuesta labor benefactora de Cara Ancha le fue reconocida, en marzo de 1900, con la concesión de Hijo Adoptivo de Aznalcázar. Murió el célebre torero el 30 de marzo de 1925, para alojar sus restos el Ayuntamiento cedió a su familia en el cementerio municipal un panteón. Un mes más tarde se rotularía una calle con su nombre en Aznalcázar, o más bien se acordó rotularla pues, según Diego, jamás se hizo de facto ¿Por qué nunca se llegó a rotular? Tal vez la desidia o, quizás, los cambios políticos puedan tener la respuesta.
Gracias Diego por tu buen libro, que se suma a mi biblioteca y, por supuesto, al acervo cultural de Aznalcázar y de nuestra bella comarca aljarafeña.

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